viernes, 28 de noviembre de 2014

Lo que desearía, lo que quiero, lo que necesitaré


Lucha de fuerzas titánicas enfrentándose entre sí por un mendrugo de pan. Lucha en la que la única que pierde al final soy siempre yo.
Y es que es difícil saber conjugar a la vez el  mismo verbo en pasado presente y futuro pues nada tiene que ver una terminación con otra por no hablar siquiera ya de la intención que guarda cada declinación.
Y es que no es lo mismo querer que haber querido, ni querer volver a querer que querer volver a ser querido. Inacabado es queriendo y demasiado finito se queda querido. Y al final sé que te quise y sé que quiero pero no sé si se puede volver a querer ni a quién querré. El te quiero se me ha quedado prohibido pues en ocasiones levanta vuelos que acaban en caídas y en ocasiones te pone al borde de un abismo que da demasiado vértigo como para poder saltar.
Y en eso quedo yo, pobre niña perdida sin duende ni polvo de hada, encogida en sí misma en su interior cuando la imagen que da pretende fingir una fuerza ausente. Acelerando realidades sin saber ya ni medir el ritmo que requieren.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


jueves, 27 de noviembre de 2014

Por debajo de la mesa


Parece atenta, siempre a la escucha de aquello que queda por contar, planear u organizar. El trabajo se amontona a medida que la vorágine de la evaluación se va acercando sigilosamente, los controles quedan pendientes de preparación, los alumnos a expensas de entender lo que significa que se evalúen los contenidos y razonamientos adquiridos, los proyectos futuros se empiezan a esbozar en la mente docente antes de rubricar el final de los tres proyectos presentes. Las reuniones se suceden martes tras martes sumergidas entre el devenir de los últimos acontecimientos que resultan en cierto modo tensos y la Navidad llega como un huracán cargado de fuerza. Además las cervezas se vuelven en cierto modo una constante salvacional que hace más llevadera la tensión de los últimos arreglos previos al broche final del año.
Todo queda envuelto en ese halo de tensión y trabajo y ella parece inmersa en esa atmósfera de actividad. Pero en realidad, para el buen observador, no pasa desapercibida una sonrisa contenida cuando una caricia distraída atrapa su mano por debajo de la mesa.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


martes, 25 de noviembre de 2014

En la imaginación de una eterna adolescente


Abrir las páginas de ese cuaderno en blanco que acompaña a cualquier escritor que se precie allí a donde vaya y sentir como el corazón se derrama en cada página llenándola de sueños que toman forma entre letras en cursiva no intencionada.
No es fácil que un artista de paso libre a alguna de sus creaciones más íntimas pues leer a un escritor es como desnudar todos y cada uno de sus miedos, pensamientos y sueños y dejarlos a la intemperie y vulnerables. Es por ello que cuando se nos presenta la ocasión de perdernos entre aquellas páginas no es beneficioso dejarla escapar pues se trata de una oportunidad tan valiosa y efímera como el tiempo.
Y yo te cedí esa oportunidad y entre las páginas de un recuerdo nos perdimos juntos en una fecha señalada en el calendario por un sentimiento de lo más triste. Por un momento la cruel realidad se hizo a un lado y nos entregó una tregua, la de reencontrarnos entre personajes que ni siquiera son nuestros.
El tiempo decidirá qué será de nosotros, ni yo misma sé decirlo. Pero sí sé que siempre que quieras podrás encontrarme entre esas páginas viejas de un word gastado.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuentan los viejos sauces


Cuentan los viejos sauces cuando el viento agita sus sabias ramas, que existió otrora un búho de plumaje azulado que sobrevolaba el cielo cortando con sus alas el viento.
Se trataba de un buho peculiar, nunca antes visto, cuyos ojos brillaban en un verde curioso y limpio siempre atentos a todo cuanto acontecía a su alrededor.
Una especie única que habitaba entre las secuoyas más ancianas, oculto entre los recovecos de sus troncos como un polluelo que aún en ocasiones tiene miedo de escapar del cascarón, pero sin perder nunca detalle de aquello que ocurre a su alrededor.
Un animal de plumaje limpio, que le arrebataba al sol retazos de su propio brillo en el agitar de sus dos poderosas alas cuando alzaba el vuelo con anhelos de conquistar el cielo entre nubes que siempre amenazan lluvia.
Y tan alto volaba, sin llegar a caer nunca, que hasta el tiempo quedó, sin remedio, prendado de su vuelo.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura



jueves, 20 de noviembre de 2014

41M *


Se cumple un mes desde aquella aparentemente lejana entrevista. Parece imposible el giro que han dado los acontecimientos en apenas treinta días, un vuelo que me ha hecho aterrizar en una realidad opuesta y por ende casi imposible de comprender de donde ha llegado. El golpe llegó sin ser apenas visto, resquebrajando aquello que se creía seguro en cientos de pequeños fragmentos de nada ante la atenta mirada de un público siempre dispuesto a dar su certera opinión de los acontecimientos, aun cuando esta no sirve de nada.
Un mes desde aquel principio del cambio, un cambio que jamás pensé que pudiera ocurrir y ha desbaratado todo cuanto creía de algún modo seguro. Una sucesión de acontecimientos que me ha dejado con el corazón destartalado y el espíritu temblando.
Y ya solo confío en que en algún lugar allá a lo lejos mi estrella siga cuidándome de algún modo, no evitándome pasar por este trago pero sí cuidando de que no se me raspen mucho las rodillas al tropezar con cada una de las piedras que tengo hoy en el camino.






sábado, 15 de noviembre de 2014

Los cuentos nunca acaban hasta que alcanzan su final feliz


Erase una vez una niña que se atrevió un día a querer a cambio de nada. Lo cierto es que era una niña un tanto ingenua, malinfluenciada por cientos de horas frente a argumentos edulcorados de películas que no ocurren realmente en la vida nundana y real. Una niña que nada tenía por lo que luchar y si mucho que perder.
Esa niña aprendió a golpes, dejó que la ilusión la inundase sin esperárselo y después la dejó caer entre el nerviosismo de una tarde cualquiera de VIPS. Se vio rota, sola y perdida y aun sin saber del todo bien por qué se atrevió a levantar la cabeza y seguir allí de la forma que fuese a la espera de poder alzarse como la persona que sabía que quería ser para él, a la espera de aquella preciada oportunidad que no quería dejar escapar. Recuerdo bien que se partió el rostro a cabezazos contra una férrea pared pero eso no hizo que se cubriese en su fragilidad sino que siguió empujando, siguió ocupando el lugar que le dejaban ocupar por no perder lo poco que le quedaba ya de fe en su capacidad. Fue una kamikaze que nada sabía de los juegos del querer, pero que al final supo ganar aun sin saber hoy bien cómo.
Tenemos la estúpida sensación que al luchar tiene que haber algo que nos justifique esa lucha, que el corazón entregado se paga en tiempo invertido, instantes compartidos y noches bajo las sábanas. Esa niña me enseñó que aquello no era cierto, que el único motivo real y válido para luchar es querer alcanzar un objetivo aun cuando sabes que tienes compradas todas las papeletas para perder el premio, aun cuando nada alrededor te invita a ello salvo un latido acelerado en el corazón al imaginarte triunfadora. El resto de razones no son sino aquello que nos justifica rendirnos antes incluso de llegar a salir a jugar.
Hoy no sé si aun queda algo que recordar de esa niña o si el tiempo se la ha llevado consigo sin decir cuando volverá. Lo que sí sé es que nunca es demasiado tarde cuando el querer es de verdad y las ganas de lucharlo son puras. Y eso lo aprendí tarde tras tarde en un sillón rojo, ante los capítulos de una serie que siempre pensé que duraba demasiado. Al final, a pesa de las circunstancias, se que algún día volveremos a reencontrarnos los dos con ese final feliz.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura



viernes, 14 de noviembre de 2014

Decidir


Llueve en una ciudad dormida y las pequeñas gotitas caen contra el asfalto en un improvisado estallido de reflejos de luz que apenas capta la atención de alguna que otra mirada distraída. Ondas que se expanden sobre la superficie de un charco creando un diseño tan frágil como efímero, un instante que si no se atrapa se pierde para siempre pues es precisamente esa la característica principal de la fragilidad, hay que saber como atrapar el rayo de luz que desprende antes de perderlo.
El cristal que al calor de una fragua se funde, soplado por la fuerza de la imaginación, mezclándose en infinidad de tonalidades químicas que crean una belleza que puede permanecer si se sabe de qué manera cuidarla.
La chispa que salta en el estómago y recorre en onda expansiva el cuerpo ante la caricia que incendia la piel, un instante único que agita la superficie de la realidad personal para desaparecer después sin dejar rastro alguno, frágil como el propio tiempo.
El aleteo de una mariposa entre destellos de colores distintos, esos que brillan en intrincados diseños en sus alas; un instante que sin apenas ser captado desaparece pero que resulta vital para que pueda alzar el vuelo y seguir su camino.
Una suerte de instantes que se antojan de una fragilidad especial, que parecen fácilmente corrompibles, pero que guardan en su interior una fuerza única que les hace ser, a pesar de su fragilidad, parte de un todo que si se vive resulta imposible de olvidar.
Instantes que detienen el tiempo, que hacen desaparecer cualquier realidad, que se graban a fuego en el recuerdo.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


martes, 11 de noviembre de 2014

Proyección de futuro


Tiemblan las manos, la situación no parece en absoluto bajo control, la respiración se acelera aun a pesar de hacer esfuerzos por rebajarla a un nivel coherente y el corazón hace estragos con su latir arrítimico y acelerado.
Una situación peor que cualquier examen tenido hasta la fecha, una situación que enrarece el ambiente y tensa cada músculo de la espalda. La mirada atenta de aquellos agentes ajenos al aula que observa atentamente hasta el más nimio detalle de toda la situación en la que tú, sin comerlo ni beberlo, eres la más absoluta protagonista.
Papeleta complicada, sin duda. Pero de grandes resultados. Pues no hay en este mundo nada comparable a que te digan que eres alguien válido para aquello a lo que quieres dedicar tu vida. Si bien es cierto que no es mi pasión la enseñanza de tan desagradable idioma y que le tengo un amor demasiado intenso hacia mi propia lengua, no ha podido llenarme más que a día de hoy y sabiendo que no acabo sino de empezar, se me diga que tengo mucho por dar de mí a esta profesión tan bella.
Estoy hoy que apenas quepo en mi de gozo.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


domingo, 9 de noviembre de 2014

Siempre en pista


Siempre en pista y de nuevo escalando a zarpazos en una calificación que creía haberte olvidado. Como ese viejo primer amor que permanece siempre en la memoria aunque la vida siga su curso. Aparecen otros, son otras manos las que arrancan suspiros y otros labios los que roban el beso, pero ahí queda ese primer amante oculto entre las sombras siempre dispuesto a alzarse en cualquier momento con el protagonismo y captar las miradas alrededor, los elogios, las elucubraciones sobre favoritismos y, como no, la admiración y el afecto.
Su nombre resuena de nuevo de pronto pero no se antoja extraño, es como aquello que estará siempre allí, una eternidad que no se jura, un para siempre siempre esperado. No se alza triunfador, pero espera en segunda posición etregándole a la sangre nueva ese dulce protagonismo, con la mirada de la luna oculta tras una visera oscura y la sonrisa del sol siempre brillando hasta en la noche.
Él, quien nunca resuena en ausencia, el que incansable lucha cada centésima de segundo, el que disfruta en cada batalla ya sea en cabeza o a la cola de la carrera. Tesón de hierro, arrojo incansable, lucha admirable, ambición decidida.
Y algún día volverá a ti la gloria, como si no la hubieses alcanzado ya lo suficiente. Volverán mieles más dulces y tu nombre seguirá brillando allí a lo lejos, donde descansan viejos hermanos. Volverás a coronarte como antaño aunque no te sea necesario pues no hay ya quién no agache en reverencia la cabeza al verte coger la curva.

Un placer haberte disfrutado este año como si un chaval volvieses a ser. El gozo que produce tu hambre incansable es cálido en el estómago.

Gracias por tu luz, Valentino.











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sábado, 8 de noviembre de 2014

Bésame en la frente


Un movimiento inesperado en un ajedrez aun sin preparar cuando las blancas aun siquiera han llegado a mover y el tablero se ha quedado a medio montar. Un cambio imprevisible en el trascurso de los acontecimientos que provoca que los ojos se cierren un instante, el necesario para recuperar de nuevo el aliento y el saber estar. La espera de una reacción, la incertidumbre de no saber.
La impotencia de no poder alcanzar otros destinos, el conformismo de saberse de pronto limitado a un papel no ensayado, la pérdida de un libreto tan bien conocido y tan fácil de recordar, un lugar sobre las tablas que de pronto queda relegado a ser simplemente observado en la distancia. Una explosión de sentimientos disonantes que toman forma en aquel gesto que engloba en sí mismo toda la ternura que se pueda imaginar.
El deseo de poder proteger, el cariño que se hace forma en una suerte de eternidad cuando unos pies se alzan en punta para dibujar entre arrugas que no se ven la prueba de un sentimiento inabarcable por su inmensidad. Una decisión que se sella y una promesa que resuena en el eco de otras palabras cuando una mano se cierra en torno a un viejo llavero, compañero de más de mil fatigas.
Recuerdos que no se pueden atrapar, que escapan entre los dedos. Sentimientos que se sellan sin palabras. Todo eso, todo y mucho más, cabe en ese beso que se posa en la frente.














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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Y si el miedo me gana este pulso?


Choque frontal sin frenos contra la realidad, una realidad por mucho tiempo ignorada pero que seguía ahí entre las sombras de una aparente perfección. Heridas producidas por el impacto que parecen desangrarse sin tregua ni permiso en una situación en absoluto preparada y por completo improvisada.
Lágrimas que escapan en rostros inesperados, semblantes que deberían llorar y se mantienen serenos, en un vano esfuerzo por hacerse fuertes aunque la realidad se resquebraje sin piedad. Incapacidad de comprender aquello que de pronto se desboca por completo en una sucesión de despropósitos que nadie ha buscado. Y una mano que busca en la oscuridad de la noche y no encuentra sino el vacío y el frío del invierno cuando aquel a quién buscaba baja en soledad esa calle rompiendo su ya de por sí maltrecho corazón.
Dolor y recuerdos que se acumulan en el pensamiento, compañía que no hace sino agobiar cuando lo que se desea es rodearse de la más absoluta soledad para poder comprender qué ha ocurrido. Lágrimas que acuden cuando no son esperadas y que muestran su ausencia cuando deberían derramarse. Un siempre que se resquebraja sin saber cómo recuperarlo.
Y miedo... tan solo miedo alrededor. Miedo al hoy, miedo al despertar, miedo a lo que vendrá y a lo que se ha hecho. Miedo a una misma, miedo a la realidad.












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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Porque el cuarto de siglo da más miedo oírlo que alcanzarlo


Y tal día como hoy cuando miro sobre el hombro a aquello que hemos vivido y te recuerdo en aquel entonces, brillando en vergüenza en chaleco y camisa ante un público selecto y en un discurso improvisado, me doy cuenta de que nada queda ya en ti de aquel chico.
Tal día como hoy veo que eres ya todo un hombre perfectamente capaz de caminar hacia delante sin la ayuda de nadie. Ya no te hace falta rodearte de un grupo de colegas que te den la seguridad para adentrarte en la vorágine que supone atreverse a buscar a alguien de quién enamorarse. Ya no te hace falta voces que se apiaden de ti por ejercer tan enorme responsabilidad como es trabajar pues has aprendido a que el trabajo es solo eso, trabajo, y no hay que llevárselo a casa. Ya no te hace falta conseguir la atención de los ojos que acompañan al rostro bonito del lugar pues has aprendido a sacarte el mejor partido, coqueto en su justa medida, presumido hasta resultar hasta tierno.
Sin duda alguna has crecido, En edad por descontado, pero también en responsabilidad, madurez, carisma y estilo. Quizá también en manías y caprichos pero supongo que al final eso nos acaba pasando a todos. Ya no necesitas a nadie para valerte y valorarte, tu mismo eres todo cuanto puedas necesitar y lo que decidas poner a tu lado será siempre para ayudarte a ser un poquito mejor.

Disfruta de tu día, de tu nueva cifra y de la gran persona que estás empezando a ser.
Te quiero.














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martes, 4 de noviembre de 2014

Sutil y sin esperarlo


Suave vuela una pluma tintada del azul del tiempo por entre pasillos concurridos. Los niños corretean entre las piernas de adultos entregados sin llegar a reparar en el tímido vuelo de aquella pluma que planea de lado a lado frente un puerta lacada en blanco, puerta abierta siempre a cualquier entrega de conocimiento. Vuela y cae, en caricia ascendente por ese brazo cubierto por una bata blanca, llamando su atención y colándose en un bolsillo abierto donde quedan en el inevitable olvido juguetes y material escolar requisado.
Y ahí sigue, aun hoy en día, aquella vieja pluma azul que llego sin ser esperada, en una curiosa coincidencia. Algún día distraída meterá la mano en el bolsillo y dará con ella, se descubrirá sonriente y volverá a guardársela de nuevo en el rincón más oculto de aquel bolsillo lleno de tesoros, aquella pluma será siempre su pequeño secreto.











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sábado, 1 de noviembre de 2014

Con vistas a un futuro


Apenas le quedan al sol instantes de protagonismo, sus rayos se ocultan más allá de la línea del horizonte arrancando del mar reflejos dorados sobre la superficien ondulante de su aguamarina. El calor del sol se vuelve amable a medida que el sol se va ocultando en el ocaso y la suave brisa acaricia la piel desnuda de los brazos y hace ondear el pelo.
La arena se vuelve amable bajo los pies, adaptandose a cada pisada. De pronto quedarse estatico resulta de algun modo cómodo, el agua del mar acaricia con suavidad el empeine y calma con su suave frescura el cansancio del día a día. No obstante, el paso de las olas hunde el pie entre la arena y torna imposible avanzar de cualquier manera.
Tras los pies quedan las hueyas otrora dejadas sobre la superficie de la arena tostada bajo el sol, la silueta del pie se perfila nitida al principio, más difuminada por el paso del tiempo a medida que la vista se aleja más allá. Aquel camino que hemos recorrido es parte del lugar en el que estamos, se refleja en cada una de nuestras decisiones y en nuestros actos trazando una misma línea recta desde el punto de partida hasta el lugar donde se hunden nuestros pies.
En adelante la arena queda en blanco, limpia e imperturbable, a la espera del nuevo camino que sigan las pisadas, hacia delante o alejándose, quién sabe, un folio en blanco aun por escribir aunqueno tenga del todo perfilado el argumento aún.














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