martes, 4 de noviembre de 2014

Sutil y sin esperarlo


Suave vuela una pluma tintada del azul del tiempo por entre pasillos concurridos. Los niños corretean entre las piernas de adultos entregados sin llegar a reparar en el tímido vuelo de aquella pluma que planea de lado a lado frente un puerta lacada en blanco, puerta abierta siempre a cualquier entrega de conocimiento. Vuela y cae, en caricia ascendente por ese brazo cubierto por una bata blanca, llamando su atención y colándose en un bolsillo abierto donde quedan en el inevitable olvido juguetes y material escolar requisado.
Y ahí sigue, aun hoy en día, aquella vieja pluma azul que llego sin ser esperada, en una curiosa coincidencia. Algún día distraída meterá la mano en el bolsillo y dará con ella, se descubrirá sonriente y volverá a guardársela de nuevo en el rincón más oculto de aquel bolsillo lleno de tesoros, aquella pluma será siempre su pequeño secreto.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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