sábado, 1 de noviembre de 2014

Con vistas a un futuro


Apenas le quedan al sol instantes de protagonismo, sus rayos se ocultan más allá de la línea del horizonte arrancando del mar reflejos dorados sobre la superficien ondulante de su aguamarina. El calor del sol se vuelve amable a medida que el sol se va ocultando en el ocaso y la suave brisa acaricia la piel desnuda de los brazos y hace ondear el pelo.
La arena se vuelve amable bajo los pies, adaptandose a cada pisada. De pronto quedarse estatico resulta de algun modo cómodo, el agua del mar acaricia con suavidad el empeine y calma con su suave frescura el cansancio del día a día. No obstante, el paso de las olas hunde el pie entre la arena y torna imposible avanzar de cualquier manera.
Tras los pies quedan las hueyas otrora dejadas sobre la superficie de la arena tostada bajo el sol, la silueta del pie se perfila nitida al principio, más difuminada por el paso del tiempo a medida que la vista se aleja más allá. Aquel camino que hemos recorrido es parte del lugar en el que estamos, se refleja en cada una de nuestras decisiones y en nuestros actos trazando una misma línea recta desde el punto de partida hasta el lugar donde se hunden nuestros pies.
En adelante la arena queda en blanco, limpia e imperturbable, a la espera del nuevo camino que sigan las pisadas, hacia delante o alejándose, quién sabe, un folio en blanco aun por escribir aunqueno tenga del todo perfilado el argumento aún.














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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura

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